Devocionales

El primer paso para encontrar sentido de pertenencia

Katy McCown 3 de noviembre de 2023
Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, Y salva a los abatidos de espíritu. Salmo 34:18 (NBLA)

Él irrumpió por la puerta con ella en sus brazos. La expresión de su rostro me alertó de que algo andaba muy mal.

Momentos antes, mi hija había estado montando en su bicicleta junto a sus hermanos mayores en un hermoso día de primavera. Golpeó un bache y perdió el control, lo que la hizo caer de cara sobre el manillar. Su mandíbula dió contra el pavimento y su grito siguió al impacto, un grito que inició la respuesta de su papá.

Mi esposo, Luke, corrió al lado de nuestra pequeña y, al instante, la levantó en sus brazos. La llevó a la casa y comenzó a curar sus heridas. Más tarde, las radiografías y las tomografías computarizadas revelaron que se había quebrado la mandíbula en tres lugares.

Mientras intentábamos dormir esa noche, mi esposo y yo hicimos una cama con mantas y almohadas en nuestra habitación para que nuestra hija pudiera estar cerca de nosotros mientras dormía. Un pequeño gemido de nuestra niña dormida hacía que su papá saliera de la cama para recogerla en sus brazos una vez más.

No estoy segura de cuánto durmió Luke esa noche, pero nuestra hija durmió profundamente en los brazos de su padre. Ella no se libró de su abrazo ni corrió a su habitación. Ella estaba donde pertenecía: cerca de su papá, descansando en la seguridad y la paz de sus brazos.

Una definición de “pertenencia” es “el sentimiento de seguridad y apoyo cuando hay un sentido de aceptación, inclusión e identidad para un miembro de un grupo determinado”. Cuando pertenecemos, estamos justo donde se supone que debemos estar.

El versículo de hoy nos muestra la fuente fundamental de pertenencia en medio de nuestro quebrantamiento: “Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, Y salva a los abatidos de espíritu” (Salmo 34:18).

En nuestro dolor, nuestro Padre celestial cariñoso corre hacia nosotras, está cerca de nosotras y nos consuela con Su presencia y la paz que sólo Él puede brindarnos. En nuestro dolor, debemos estar cerca de nuestro Salvador. Es el mejor lugar para refugiarnos.

La respuesta de mi hija al cuidado de su padre no me sorprendió y probablemente tampoco te sorprende a ti: reconocemos la bendición de un padre que ama a su hija y corrió hacia ella para consolarla. Esperamos que ella reciba este regalo con gusto y descanse en él.

Pero cuando las circunstancias destrozan nuestras vidas, en lugar de permitir que Dios se acerque y una nuestros pedazos rotos, creo que a veces nos alejamos. En lugar de permitir que Dios cuide nuestras heridas, las cubrimos y nos retraemos. Después de todo, las heridas duelen y tememos que exponerlas causará más dolor.

Pero al igual que ocurre con una herida física sin curar, las heridas del corazón sin tratar se vuelven cada vez más sensibles. Aunque estén tapadas, las heridas empeoran y, si no se curan, la infección se propagará y provocará aún más dolor.

El primer paso para pertenecer es llevar nuestro quebrantamiento a Jesús. En lugar de tratar incansablemente de arreglar las cosas nosotras mismas, podemos dejar que Jesús vuelva a unir los pedazos rotos de nuestros corazones.

Dios no quiere que pasemos nuestras vidas tratando de mantener la compostura todo el tiempo. Él quiere sanarnos, llenarnos y guiarnos hacia el descanso que se encuentra en Sus brazos cuando le pertenecemos.

Querido Dios, sé que ves las heridas en mi corazón. Hoy te traigo mis pedazos rotos. Deseo Tu sanación y el descanso que se encuentra en Tus brazos. Dame el valor para confiar en Ti. Guíame al sentido de pertenencia que creaste para mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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En su estudio bíblico más reciente, She Belongs: Finding Your Place in the Body of Christ, Katy McCown nos guía para desplazar nuestra identidad de nuestras cicatrices a nuestro Salvador y  encontrar la paz, la seguridad y el propósito que Jesús promete cuando le pertenecemos.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 147:3, Sana a los quebrantados de corazón Y venda sus heridas. (NBLA)

1 Pedro 2:24, Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados. (NBLA)

¿Qué necesitas llevarle a Jesús hoy para que Él pueda sanarte y guiarte al descanso que se encuentra en Sus brazos? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Katy McCown. Todos los derechos reservados.


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