»Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.» Juan‬ 13:34‬ (NVI‬‬)‬‬‬‬‬‬‬‬

Al crecer, cambié de escuela en varias ocasiones, así que empezar de nuevo era una parte normal de la vida para mí. A lo que nunca me acostumbré fue a tratar de hacer nuevas amistades.

Aunque la primera vez que ocurrió, fui vista y etiquetada como “Lynn, la chica nueva”, ahí fue donde terminó la aceptación. Las chicas con las que fui a la escuela me veían como esa etiqueta, no como “Lynn”.

Me sentía invisible.

Y cuando la primavera dio paso al verano, y llegó el calor sofocante, un camión de mudanzas llegó a mi barrio y se estacionó al otro lado de la calle. Vi a un par de chicas de mi edad salir del camión.

¡No podía creer lo que veía! Desde que me mudé a este vecindario, por primera vez ¡habían chicas que serían mis nuevas vecinas! Decidí que ya no sería “Lynn, la chica nueva”. Yo sería “Lynn”, y sería su primera amiga.

Subí a mi habitación y saqué mi camiseta de rayas blancas y naranjas, la que tenía serigrafiada mi nombre “LYNN” en negrita y con letras de imprenta. La deslicé sobre mi cabeza y crucé la calle valientemente, practicando exactamente lo que diría. Después de tocar el timbre, se abrió una puerta pesada, y proclamé audazmente a la chica que acudió a la puerta, «Hola, soy Lynn». (¡Qué creativa!)

Ese verano, ofrecí a estas nuevas amigas que se mudaron a nuestro pueblo exactamente lo que hubiera deseado tener cuando empecé en mi escuela nueva y asistí a nuestra iglesia nueva: aceptación.

Al mirar retrospectivamente, he aprendido una gran lección de esa niña valiente con su camiseta de “LYNN”. Me enseñó que ahora podría estar demasiado cómoda y que otras personas con etiquetas también necesitan ser amadas y aceptadas por lo que son.

Jesús lo modeló de la mejor manera y sin fallas. Nos mostró cómo amar a los demás sin condiciones basadas en las etiquetas que da el mundo. Al dejar la comodidad de Su hogar, Su familia y Su vecindario, Él demostró lo que significa amar de verdad. De la misma manera que Él nos ama y nos aprecia incondicionalmente, nosotras debemos amar y apreciar a los demás.

El versículo clave de hoy dice: «Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros» (Juan‬ 13:34).

Amar a los demás es fácil cuando encajan en nuestra zona de confort.

Pero la verdad es que cada chica, cada mujer —

• sin importar de dónde sea,
• sin importar el color de su piel,
• sin importar su etiqueta,
• sin importar lo diferente que sea a mí

— necesita y merece saber que como creación de Dios, ella es amada y valorada. No hay ninguna condición detrás de esa verdad.

 

Pero amigas, hay más en nuestra misión. No podemos solo hablar por hablar; tenemos que pasar a la acción. No solo le digamos a nuestra vecina que la amamos; vivámoslo y demostrémosle que la amamos.

Hagamos lo que Jesús hizo cuando vino a la tierra. Entremos en los hogares. Compartamos comidas. Escuchémonos las unas a las otras. Oremos juntas. Hagamos camisetas que deletreen nuestros nombres en letras grandes y negritas (está bien, tal vez eso no, pero tuve que lanzar esa idea allí).

Esto comienza en el corazón y en el hogar. Nuestros hijos necesitan saber que, debido a que son amados y valorados incondicionalmente, ellos también pueden amar y valorar a los demás.

Querido Jesús, gracias por amarme incondicionalmente. Gracias por ser un amigo que me escucha y nunca me deja. Ayúdame a ser esa misma amiga para los demás, incondicionalmente. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Romanos‬ 12:10‬, Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. (NVI‬)‬‬‬

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© 2020 por Lynn Cowell. Todos los derechos reservados.